De película

Una cita programada, verse para tomar algo y hablar como suelen hacerlo, depronto después vendrá un beso y algo más...quién sabe. Él llama a confirmar la hora y el lugar pero, ella apenada y un poco triste le dice que no puede, tendrá que ser otro día...

Ella se baja del carro para dirigirse a un bar, y mientras empieza a caminar alejándose del carro, ve llegar otro carro que le parece familiar. Se detiene a observar. Sí, es él. Él también la ve y la saluda. Él se baja del carro, la mira, y se dirige hacia ella; ninguno de los dos lo puede creer, un encuentro inesperado...pero a la vez muy esperado. Se abrazan por unos segundos, sintiendo esa tranquilidad y alegría que les produce estar cerca del otro, el cariño que se tienen mutuamente, la tracción, el hormigueo por el cuerpo.

"¿Qué haces aquí?", le pregunta ella. "Voy a tomarme un trago con unos amigos", responde él. Empiezan a caminar juntos y ella lo coge del brazo para sentirse más cerca de él, mientras él lo disfruta. Llegan a una esquina en donde el camino de los dos se divide y se deben separar.

Se miran de frente, se cogen de las manos, es el momento mágico en que sus cuerpos se deben separar pero sus almas seguirán conectadas como ha sucedido por estos últimos años. "Qué rico verte", piensa ella. Él le dice: "por lo menos te pude dar el beso que nos íbamos a dar hoy". Y aunque no es lo mismo (es mejor), sucede ahí en ese momento, en una esquina de la ciudad:

Se dan un beso...que dura...unos segundos (depronto siete?), se abrazan (como si fuera la última vez) y se alejan. Cada uno camina siguiendo su camino, totalmente contrario al del otro, y pensando que probablemente fue lo mejor de la noche.