Él no lo sabía pero la esperó toda la vida, y fue exactamente lo que él había estado buscando inconscientemente. Sabía que ella estaba por llegar, fumando un cigarrillo impaciente por su llegada. De pronto timbran en la puerta y ahí estaba ella mirándolo con esa cara pícara y coqueta que la caracterizaba. Ella lo miró y le dijo antes de que él pudiera decir o hacer algo:
“Solo vengo a decirte que te amo. Te amé toda la vida. En esta casa siempre durmió la persona más importante de mi existencia. Amé toda tu existencia: tu silencio, tu timidez, tu sinceridad, tus exilios. Pero no te puedo alejar más. Ojala hubiera tenido la cordura y la valentía para aceptar que no podía vivir sin ti. Pero hasta hace poco era demasiado orgullosa. Ahora lo digo. Te amo”
“Solo vengo a decirte que te amo. Te amé toda la vida. En esta casa siempre durmió la persona más importante de mi existencia. Amé toda tu existencia: tu silencio, tu timidez, tu sinceridad, tus exilios. Pero no te puedo alejar más. Ojala hubiera tenido la cordura y la valentía para aceptar que no podía vivir sin ti. Pero hasta hace poco era demasiado orgullosa. Ahora lo digo. Te amo”
Se sentó sobre el escalón de la puerta y empezó a sollozar acorde con lo que había sufrido. Lloró el niñito de los juegos, después el adolescente inseguro que se aisló en su pequeño mundo, siguió el universitario esperanzado, el adulto infeliz y por último el anciano cansado. Ella lo abrazó en cada una de sus etapas y fue como si siempre hubieran estado juntos. Esa noche hicieron el amor por primera vez y se amaron como si el tiempo se fuera a acabar y solo tuvieran esos instantes mágicos y aunque cortos, eternos. Ella se quedó dormida y él se despertó a contemplarla de cerca…fue el instante que él siempre guardó en su memoria para nunca más dejarla ir de su lado.
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