Llegas a tu casa y saludas normal, un poco sin ganas (como siempre). Cenas y te sientas a descansar. No puedes dejar de pensar y extrañar... Recuerdas su olor, su sabor, la textura suave de su piel, de sus labios. La forma como se mueve su pelo y le brillan sus ojos cuando te mira. Sus manos cuando te acaricia, esa sonrisa entre tierna y sensual, un cuerpo que te derrite y una cara que tienes grabada en tu mente como un sello. Es esa dualidad la que te enloquece, que sea tantas cosas opuestas al mismo tiempo. Extrañas el tono de su voz, sus palabras, que te haga reir.
Por más que lo niegues, te gusta sentirte así aunque te dé pánico y sin darte cuenta, te hayas enamorado...
1 comment:
Quizás sea así,
quizás su olor, su sabor, la textura de su piel, su acaparadora sonrisa, sus gestos siempre reconfortantes, sus frases maduras, su asombrosa inteligencia, su ímpetu, los cientos de coincidencias, los celos, su sencillez, su activa pasividad, su especial interés en mi, sus ojos infinitos, sus besos indescriptibles en prosa...
Sean sólo imágenes idealizadas.
Pero sólo quizás.
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