Mi mamá siempre ha dicho que cuando llego tarde a algún lado es porque me pasan las cosas más asombrosas y fantásticas que ella haya visto (siendo muy irónica), y debo reconocer que algunas veces tenía razón y admito que me inventaba alguna mentirilla para explicar por qué en vez de llegar a las 2 a.m. (como se suponía) llegaba a las 4 a.m., pero muchas otras veces fueron ciertas mis razones, como la noche que no pude devolverme a mi casa a tiempo al salir de un bar porque algún idiota estacionó su carro en toda la entrada del parqueadero (o parking) y no dejaba salir ningún carro, y terminaron entre como 15 tipos alzando el carro para moverlo de a poquito hasta que finalmente todos pudimos irnos. También creo que soy la única persona a la que la alarma del móvil no le suena (habiéndola puesto, obviamente); entonces voy y me compro un despertador de esos de conectar, programo la alarma y tampoco me suena... Lo sé, por difícil que cueste creelo, juro que esas cosas pasan.
Últimamente no me pasan cosas taaaan extrañas, pero simplemente me siguen pasando unas cosas que ni yo me las creo. Debo contextualizar un poco, y reconocer que en mi trabajo no soy la más puntual con la hora de entrada, no soy una morning person y la madrugada me da duro (pero duro, duro), el caso es que ya todos saben que en promedio llego entre 15 y 20 minutos tarde (he comprobado que aunque me despierte antes, no logro llegar a tiempo). Pero esta semana ha sido "la tapa". Justo cuando he intentado empezar a llegar a tiempo, y este es el resultado:
Lunes: La línea del metro (por alguna extraña razón) ese día sólo iba de la estación A a la B y yo estaba en la C. Gracias!!! Por supuesto me tocó caminar como 15 minutos hasta encontrar la estación más cercana de otra línea que me pudiera llevar a mi trabajo. Y efectivamente llegué 20 minutos tarde.
Martes: La línea de metro tuvo algún tipo de avería y por supuesto después de 20 minutos de espera en un puto vagón que parecía una lata de sardinas, llegué 25 minutos tarde.
Miércoles: Llego al tranvía y resulta que por alguna otra extraña razón, en vez de pasar las líneas intercaladas como siempre, pasó la misma línea una detrás de otra (y es justo la que a mi no me sirve, gracias!). Sólo llegué 10 minutos tarde.
Jueves (hoy): La "recontra-tapa"!! Salí como con 15 minutos de anticipación de mi casa, todo iba de maravilla, estaba emocionada porque por fin iba a llegar primero que el resto, pero obviamente la dicha no podía ser completa. Cuando tenía que bajar del metro para cambiar al tranvía, el único puto vagón de metro que no se abrió fue en el que yo estaba, es decir nos quedamos encerrados (ahí verás el bulto de sal!), finalmente lo abren, llego al tranvía, alcanzo a coger el que me sirve y todo, y en la siguiente parada el conductor dice por el altavoz que por no sé que puta razón teníamos que esperar unos minutos (la grandísima p.....que lo parió!!!). El resultado: Llegué 15 minutos tarde.
Creo que voy a desistir, y no me importa seguir siendo la que siempre llega tarde. Lo asumiré con orgullo!
