Thursday, December 04, 2008

Durmiendo con el enemigo

Ésta realmente es de las experiencias más extrañas que he tenido en mi vida, y aunque no es el primer hombre con el que comparto una cama, esto es (como diríamos en mi país) "la tapa de la olla".
Definitivamente no hay más rico que dormir acompañado, si esa persona es importante para uno, claro. Hacer cucharita, levantarte con un besito o un abrazo en su defecto, dormir calientica toda la noche, tener quien te consienta si estás cansada o triste... es deli. Aunque por otro lado tiene sus desventajas si la otra persona ronca, se roba la cobija y te deja aguantando frío, se atraviesa en la cama y te termina aislando a un pequeño pedazo del borde de la cama, etc. Pero comparado con mi caso todo lo anterior no es nada.
Que te despiertes con los ronquidos del otro, está bien, una movidita o un pequeño codazo y ya está. Que te despiertes porque el otro habla dormido mientras sueña, bueno, otra vez una movidita y ya está. Que te despiertes con el sonido o el olor de sus pedos, bueno...ya sabes que al día siguiente sólo le das lechuga... Pero que te despiertes con un ataque fulminante de patadas, en medio de la noche, de la nada, que el otro agarre a darte como si tu fueras un saco de Spalding para kickboxing, esto no tiene comparación. Entiendo que sea sonámbulo (no es la primera cosa rara que hace dormido), pero patadas??? Me sentí peor que balón de fútbol. Por qué no podía soñar con mariposas, o coches o alguna otra cosa que no involucrara golpes??
Al menos antes de acabar con mis pobres piernas y gracias a que me empecé a quejar, él se despertó, se dió cuenta de la zurra que me estaba dando y por supuesto me pidió disculpas. Por la mañana, fue un ataque de risa compartido de acordarnos de la escena, pero ahora ya sé que tendré que dormir con canilleras/espinilleras.