Tuesday, December 16, 2008

El espíritu navideño ha muerto

No sé en qué momento pasé de ser la más amante de la navidad, las luces, los regalos, el ambiente en general que se genera alrededor de esta fecha (aunque sea una fecha comercial y el tema del gentío por todos lados no lo soporte), a detestar esta época, a ni siquiera querer pensar en eso, en nada que se relacione con eso. Es cierto que esta ciudad no es que ayude de a mucho, porque aquí no existe ese ambiente ni ese espíritu navideño al que he estado acostumbrada toda mi vida, incluso viviendo fuera de mi país. Pero es que pasé de ser la que armaba el arbolito y decoraba toda la casa de mis papás, a no poner ni media guirnalda. Antes era feliz comprando regalos para mi familia, amigos y para mí, y ahora no le compro nada a nadie y no me compro ni siquiera un dulce. Me he convertido en algo como el Grinch, sólo que yo ni siquiera me pongo gorrito de papá Noel!


Hace un par de años, cuando tuve que pasar mi primera navidad aquí, decidí armarme un viajecito europeo con mi queridísimo JP y aprovechar que venía Mary de visita y se nos iba a pegar al plan. Aunque no estuviéramos con todo el espíritu al 100%, la pasamos bomba y de una manera diferente celebramos navidad y año nuevo. El año pasado, decidí irme a Portugal con Aristi, y pasar navidad con ella que era lo más cercano a familia que tenía cerca y el año nuevo en mi casita con Aristi y unas amigas. Estuvo bien, diferente pero bien (nada del otro mundo). Y este año....pues este año nada, la cosa va de mal en peor. Esta vez, no hay presupuesto para viaje, ni gente con la que pueda armar viaje, mi pequeña familia de amigos se han ido yendo y pues ahora pasé de ser la que armaba el plan, a pedir cupo en la celebración de alguien más. Y no me estoy haciendo la sufrida, es mi realidad y la asumo, pero es que me da rabia que esta época se haya convertido en una época triste, que no me den ganas de organizar nada con nadie, y claramente el plan de "puedo pasar navidad contigo?" no es que me mate de la emoción y me haga sentir muy bien.


En fin, supongo que he llegado al punto en el que si tuviera que pasar el 24 en la casita, viendo tele y comiendo algo rico cocinado por mi, no me importaría en lo más mínimo. Pero sólo por mantener mi orgullo y lo poco del espíritu navideño que está agonizante, me buscaré la vida, me compraré un regalo y cenaré como Dios manda.

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