Un mes con gripa, y un virus que me ha intentado abandonar repetidas veces pero no ha querido y ahí sigue mutando, ya he pasado por todas las etapas: la producción industrial de mocos, el ojo lloroso, la tos tuberculosa, la amigdalitis, y los demás síntomas típicos. Lo chistoso del cuento es que esta última recaída me empezó prácticamente unos días después de que me empezara a tomar unas pastillas para subirme las defensas, ja! El caso es que entre tantas pastillas mi estómago también se ha revelado y entre la gastritis, los mocos y las ganas de vomitar, he decidido rendirme y dejar de luchar contra los virus, que me hagan suya a ver si funcionan con psicología inversa (como los seres humanos). Una semana extraña, un viaje de trabajo, poder ver a la gente que quiero en Madrid; mucha angustia con el bendito tema este que no me deja dormir y hasta me dan pesadillas (a ver qué dicen los abogados); además, pensando en las vacaciones que se acercan (hay que tomar una decisión pronto), y claramente la situación con "fantasmín" igual.
Aún así, todo va bien, he dormido mejor y así griposa y todo me siento linda y sexy. Pero es mejor cuando cualquier desconocido te lo recuerda y se siente taaan bien. Voy caminando por el corredor de mi oficina y un chico X me dice: "Excuse me!", yo me volteo porque pienso que necesita saber la hora o algo, y me dice: "guapa!" y entra en su oficina. Yo sigo mi camino con una sonrisa de satisfacción en la cara. Usualmente no me gusta la gente que anda diciendo piropos a la gente que pasa por ahí, pero éste estuvo bien, jeje! Simplemente creo que las cosas están saliendo bien, que a pesar de las cositas que por encima parecen mal, todo en el fondo está tomando forma, el trabajo, la búsqueda de grupo de rock y poder volver a cantar... y por lo tanto no puedo sentirme diferente a contenta, y si recibo ayudita externa para subirme el ego, pues quién dijo miedo?
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